Por asuntos personales, en los últimos días he tenido que visitar varias inmobiliarias de mi ciudad.
No he podido evitar sorprenderme del gran desconocimiento que muestran este tipo de empresas (la mayoría de ellas) sobre la normativa de protección de datos de carácter personal.
En todas aquellas que visité, sistemáticamente me pedían mi nombre, mis apellidos y mi teléfono (a veces también mi e-mail) para rellenar el correspondiente parte de visita, con compromiso, en algunos casos, de no llevar a cabo la operación por la que me interesaba, a espaldas de la inmobiliaria.
Ni la menor mención a la LOPD en el impreso, ni en letreros en el establecimiento, ni en explicaciones verbales.
¿Qué van a hacer con mis datos? ¿Los van a conservar? ¿Quién es el titular del negocio que va a hacer tratamiento de mis datos? ¿No pretenderán enviarme publicidad por e-mail, verdad?
Las inmobiliarias recogen y tratan continuamente datos de carácter personal, como los míos, o los de los propietarios, compradores, vendedores, etc... Y no sólo eso sino que ponen en contacto a unas personas con otras, hacen cesiones de datos, utilizan llaves de las propiedades para mostrarlas a los interesados...
Son tantas y tan importantes las implicaciones que todo ello tiene a nivel de protección de datos, que resulta al menos chocante encontrarse con ese elevado nivel de incumplimiento.
Cualquier inmobiliaria que no esté adaptada a las obligaciones impuestas por la normativa de protección de datos, se arriesga -y mucho- a recibir sanciones cuyo importe oscila entre los 900 y los 600.000 euros.
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